viernes, 29 de abril de 2011

¿Quién mueve los hilos?



En 1949 se publicó 1984, la novela de George Orwell que introdujo un concepto novedoso: un gran hermano observa omnipresente. Algo así como el panóptico de Foucault, pero en una trama de ficción con personajes y espacios futuristas.

Años más tarde, los productores de Endemol construyeron un Gran Hermano para la televisión. El programa no criticaría la realidad como hiciera Orwell, contestando a los gobiernos totalitarios y a los nuevos estados policiales, sino que recrearía un espacio de convivencia para que los televidentes siguieran la vida de un grupo de participantes en un acto vouyerista.

El argumento estaba dado, sólo faltaba encontrar participantes. Era necesario un Cristian U, una Solange, un Emiliano, un Alejandro, una Tamara. El casting buscaba líderes, histéricas, historias de vida, caras bonitas. Entonces la pregunta, ¿quién mueve los hilos?

Que un jugador influya en los demás sobre cómo nominar, ¿lo convierte en ejecutor de todas las decisiones? Que un jugador provoque un exacerbado seguimiento de fans, ¿lo coloca en el lugar de “vocero” del programa?

Tanto el Gran Hermano de 1984 como el de la TV se constituye como guardián, dios pagano o todopoderoso. Su comportamiento depende de los sucesos del microuniverso que él debe juzgar y ordenar. El rebelde será condenado, el buen vasallo tendrá su premio. Ni Winston Smith –el de Orwell-, ni Cris U –el de GH2011-, pueden decidir realmente sobre su futuro en un mundo gobernado por un Gran Hermano.

Como el ajedrecista mueve la pieza según la estrategia de su adversario, los participantes de GH buscan la victoria según sus posibilidades de liderazgo y carisma y las de sus contrincantes. Pero ellos saben de su condición, no son “big brothers”, ni ajedrecistas. En este su juego, pueden aspirar a ser reina, alfil o peón, pero no mueven los hilos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario