domingo, 24 de abril de 2011

Soledad Silveyra y la vida en espejos


Uno se engancha desde el humor. Más precisamente con Jorge Suárez (impagable como siempre) y su personaje de Shultz, un carpintero de pueblo que busca su destino en un curso de teatro barrial y encontrará algo más. Y uno de a poco se va dejando llevar por las historias espejadas de pasados, infancias, amores, frustraciones, dolores y dudas de los personajes. De esas que todos tenemos y que Annie Baker supo tan bien reflejar en una obra de teatro que va abriendo puertas varias para conocer cinco vidas.
Lo original es cómo se cuenta el cuentito y como Susi (Soledad Silveyra, muy creíble en esa profesora de teatro que descubrirá tanto sobre los otros como sobre sí misma en cada ejercicio compartido), Jorge (Boy Olmi, el marido ideal que mostrará su otro lado); Teresa (Andrea Pietra. la histérica que modificará la vida de los demás) y Laura (Vicky Almeida, una revelación como la joven de 16 años encerrada en una familia disfuncional) junto al mencionado Shultz, darán vuelta hacia la platea esos “Espejos circulares” del título de la obra, para que como público entendamos cuánto tenemos en común los seres humanos y qué fácil es entender al otro respirando al mismo ritmo e intentando escucharlo y mirarlo de frente.
La estructura crece hasta un tinte dramático sin caer jamás en trazos gruesos, y desde el comienzo al final de la propuesta que se da en la sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza todo es disfrutable como un licorcito que calienta el alma en una noche fría,servido por la sensible mano de Javier Daulte.
Si pueden, no se olviden de mirarse en estos “espejos circulares”.

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