sábado, 30 de abril de 2011

Ernesto Sábato, casi 100 años de compromiso y vigencia


Hay tanto para hablar de Ernesto Sábato que falleció en esta madrugada de abril a los 99 años en su casa, que prefiero trazar algunos perfiles personales sobre mi recuerdo alrededor de él. Se puede pensar en el escritor. Ese creador de “El túnel” que iluminó mi adolescencia, como luego fascinó con su “Sobre héroes y tumbas“, al que seguí con sus ensayos e informes para intentar conocer su mirada sobre el mundo y la literatura.
Se puede pensar en Ernesto Sábato, ese hombrecito mínimo, pero enorme a la hora del compromiso con los derechos humanos que no dudó en sumarse a la CONADEP para denunciar crimenes de lesa humanidad. Pero lo conocí antes, cuando era un profe de la Facultad y enamoraba a muchas de sus alumnas, a mediados de los 70.
Mi recuerdo en especial para una de ellas por la que conocí a un Sábato con mucho humor, alegre y alejado de esa amargura que lo tuvo dos veces al borde del suicidio.
Ernesto iba a ser homenajeado mañana en la Feria del Libro y en junio cumpliría su centenario de vida. Pero no llegó o no quiso llegar a tan fuerte cifra.
La última visión sobre Ernesto, más allá de los homenajes, la dio su hijo Mario, el cineasta, en un documental que recopila su vida y que ahora se revaloriza.
Y el resto está en “El escritor y sus fantasmas” entre otros textos. Allí donde Sábato dijo que “si nos llega dinero para nuestra obra, está bien. Pero escribir para ganar dinero es una abominación”.
Así vivió tranquilo y humilde. Hasta el final.


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