Nada rinde más que las peleas. Y no sólo en el ambiente artístico. Dan rating o venden revistas o diarios ya sean en la política o en cualquier otro ambiente. Y como contrapartida, donde no hay escándalo, pelea o gritos, puteadas o basureadas, no hay nada. Ni rating, ni interés, ni supuestamente público.
Sin embargo no es así. Y eso lo demuestra el teatro, donde enormes éxitos llevan a la gente a las salas como ocurre con “Toc Toc”, “Les Luthiers” o “Más respeto que soy tu madre”.
Sin embargo, el público que no puede ir al teatro, que no puede elegir, no tiene más alternativa de entretenimiento o vehículo con la cultura (todo es cultura, cuidado, no hablo de intelectualidad) que la tele.
Así se creó este público joven que tiene clarísimo que basurear, puentear, engañar, “chuparla”, vende y sirve para ser famoso y el que tiene otras posibilidades, se alejó de la televisión abierta para refugiarse en el cable o en internet.
Que el medio cambie ya no es fácil. Vivo en ese medio, lo entiendo y sé de la necesidad del rating diario.
Por eso no me sorprendo y hasta me puedo divertir con las griegas, las pombos y demás. Porque sé que son pan fresco para hoy y pan duro para mañana. Como los entuertos mediáticos del “Bailando”con protagonistas inexistentes.
Pero otra cosa son Carmen Barbieri o Moria Casan. La denigración de figuras que tienen años de trayectoria y de tacos gastados sobre el escenario da pena.
Porque nadie está esperando otra cosa que Moria le conteste a Carmen por las fuertes expresiones que tuvo hoy hacia ella en el programa de Viviana Canosa y que no me interesa repetir (en defensa o no de su persona) y la cosa seguirá así hasta el infinitivo.
Una pena repito. Porque mientras ellas se peleas las devoran las de afuera.
A Carmen no la echó Moria.
Y sin embargo todo terminará en el barro entre dos mujeres grandes y admiradas por igual que el único espectáculo que deberían dar es el de una buena ficción, en cualquier formato.
Lamento. Mucho. Por ellas y por todos.
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